El Ramayana- Julio olivera
Debido a ciertas diferencias de estilo y
a algunas contradicciones entre ellos y el resto del poema, algunos estudiosos
consideran que buena porción del capítulo I y la totalidad del VII no
pertenecen al texto original y fueron añadidos con posterioridad. Estos
capítulos contienen la mayoría de las referencias mitológicas que se encuentran
en el Ramayana y
son los únicos que aluden al milagroso nacimiento y a la naturaleza divina del
héroe. Son los que aclaran, además, las numerosas leyendas sobre Rávana que
provocan la ira de los dioses y hacen que estos decidan buscar una manera de
provocarle la muerte. Resulta curioso que a lo largo del resto de la epopeya
jamás se alude a que Rama sea una encarnación de Visnú y todo el tiempo se cita
a Indra (lo que induce a remontarnos a los Vedas) como la más alta deidad y a otros dioses
como Yama, el dios de la muerte. Estos dos capítulos expresan, asimismo, las
principales referencias a Valmiki como autor del Ramayana e
iniciador de su difusión en la cultura hindú.
Se revela el Bala Kanda es la creación del sloka por parte de
Valmiki. Recogido en la soledad de los bosques el sabio pedía inspiración a los
dioses para que le ayudasen a cantar las proezas de Rama. Pero se sentía
desconsolado. No sabía qué extensión, qué medida daría a sus versos. Le
parecían infantiles y poco dignas de la majestad del asunto las canciones
rimadas que conocía. El verso era pobre e insuficiente para entonar las
inmortales gestas de su héroe. El poeta buscaba con ansiedad una estrofa que
fuese igual al hombre; que tuviese vida y reflejase, como un cristal que no
aprisiona la luz, todas las facetas de su alma. Mientras contemplaba el cielo
sumido en estos pensamientos, pudo ver una pareja de aves posadas en la rama de
un árbol, que dialogaban con sus trinos y copulaban. De pronto, el macho cayó
herido por la flecha que le disparó un cazador y fue a parar, manchado de
sangre a los pies del piadoso Valmiki. Conmovido por el dolor que debía de
sentir la hembra del animal al verse abandonada, el poeta, sin quererlo,
pronunció palabras en que lamentaba aquella muerte, y las acompañó de amenazas
contra el matador. Después, Valmiki se dio cuenta de que su frase no había
brotado en prosa de sus labios, sino en verso. Una corriente de poesía, en un
ritmo desconocido hasta entonces, había salido de su boca. Y cuando, meditando
sobre ello, regresaba a su cabaña, Brahma se le apareció y le anunció que, sin
querer, había creado el verso perfecto, el sloka; y la deidad le
mandó componer el divino poema de la vida y hazañas de Rama en aquella medida,
que serviría luego para casi toda la épica hindú. El texto de ese primer sloka, una especie de copla con versos de dieciséis sílabas, en
una traducción muy libre al español podría decir: “Salvaje de piel negra de la
tribu nishada, tu mala fama perdurará por eternos años,/pues a ese zarapito
macho aniquilaste/mientras copulaba, engañado por el deseo”.
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