¿Por qué nuestro país debería convertirse o no en un Estado Laico?/ Renato Córdova Vite


¿Por qué nuestro país debería convertirse o no en un Estado Laico?
Desde hace varios años, se ha estado debatiendo de si se puede considerar al Estado peruano como laico, es decir, que es independiente de cualquier organización religiosa, o si en verdad la opinión de una organización influye en el pensamiento y juicio del Estado. Gracias al artículo 50, el cual explica que el Estado reconoce a la Iglesia Católica como importante,  se pudo definir que el Estado peruano no es laico, y aunque varios críticos y periodistas tenían razón, no es un motivo para tomar este tema con calma, ya que esto significa que la iglesia católica tiene una cierta preferencia en el Estado, influyendo directa o indirectamente en su forma de pensar y en la de los ciudadanos. El Estado debe volverse laico por diferentes razones.

Para empezar, todo Estado laico permite e incentiva la participación de todas las religiones, además un Estado laico se caracteriza por no ser representada por una religión en particular, sino por la diversidad de religiones que este país posee, esto según una página informativa. Con estas características, podemos inferir que un Estado laico es neutral en cuanto una religión oficial, por lo tanto, no hay ninguna religión que es excluida porque todas son importantes para la forma de pensar y vivir de las personas. Todas las religiones son importantes para el pueblo porque todas les da un propósito, algo en que creer, algo en que basar su vida y un refugio cuando más la necesitan. El mundo necesita la opinión no de una iglesia en específico sobre temas polémicos como fue el caso de Cipriani con los temas del aborto y las pastillas anticonceptivas, esto según un artículo del “Comercio”,  en el que solo acudieron a su voz cuando había más personas dispuestas a opinar. Necesitamos liberarnos de esas cadenas que nos hacen pensar que solo existe una religión y nos limitan a creer en solo la “religión auténtica”, y si no podemos aceptar que existen otras religiones con diferentes puntos de vista, entonces no podremos volvernos un país laico.

Por otra parte, si lo vemos desde el ámbito legal, con el simple hecho de considerar a una religión como importante, se está viendo vulnerado el artículo 18 de la Declaración de los Derechos Humanos, el cual explica que “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, este derecho incluye la libertad de cambiar de religión, así como la libertad de manifestar su religión, individual y colectiva mente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”. Teniendo en cuenta este artículo, podemos decir que el Perú no practica la laicidad, y además está violando un artículo de los Derechos Humanos. Aunque el artículo 50 de la Constitución especifica que el Estado respeta otras confesiones y puede establecer formas de colaboración con ellas, en ningún momento se especifica que el Perú haya hecho alguna colaboración con alguna otra religión, mostrando indirectamente que la Iglesia Católica tiene influencia en la toma de decisiones del Estado, ya que no le permite acceder a estas colaboraciones. Un ejemplo más claro se evidencia según un artículo del diario “Correo”, el cual explicaba el disgusto que tuvo el cardenal Cipriani al saber sobre la propuesta del congresista Oracio Pacori, la cual consistía en modificar el artículo 50 de la Constitución Política del Perú y hacer que diga “El Estado se reconoce como laico y actúa de forma neutral de manera religiosa. El Estado respeta todas las confesiones religiosas”. La moción nunca fue aceptada, aunque se sospecha de manera no oficial que la opinión de Cipriani influyo en el rechazo de esta moción.

Después de haber observado detalladamente los motivos para volver al Perú un país laico, podemos concluir que tenemos iniciativa de sobra para poder convertir este país en uno que respete las creencias e ideologías de todos por igual, sin considerar ninguna mejor o peor que la otra. Pero que la cadena que nos retiene el cuello y nos cierra la boca disimuladamente es la Iglesia Católica, ya que si nos volvemos un país laico, les estaremos quitando la “corona de oro” que erróneamente les hemos hecho creer que existía, quitándole su poder y repartiéndolo equitativamente entre todas las religiones. Para nosotros finalmente volvernos laicos, necesitamos romper esa cadena y respetar la libertad de conciencia, al igual que las creencias de cada uno de nosotros. La religión en general es algo que la gente necesita para poder existir, y si separamos eso en pedazos e idolatramos a uno en específico, estamos acabando con el soporte del mundo.
Fuentes:
(1) Constitución política del Perú, artículo 50
(4) Declaración Universal de los Derechos Humanos, artículo 18

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