Fabio Palomino Aguilar Estudiante de 9no grado de Comunicación articulo nr 1- Innova Schools

Fabio Palomino Aguilar
Estudiante de 9no grado de Comunicación - Innova Schools
articulo nro 1
EL GRAN DISEÑO
En el pasado, antes de que entendiéramos la ciencia, era lógico creer que Dios
creó el Universo. Pero ahora la ciencia ofrece una explicación más convincente.
¿Es necesario tener fe? Todos somos libres de prevalecer aquello que
queramos, la “creencia” del ateo al respecto es que la explicación más simple es
que no existe D's. Nadie creó el universo y nadie dirige su destino. Esto nos lleva
a una profunda reflexión personal: No existe un cielo ni ningún tipo de vida
después de la muerte.

Es decir, toda esta falacia de una divinidad ha sido una creación a partir de la
necesidad prescindible de encontrar explicación a los acontecimientos históricos.
Conllevando, raudamente, la invención humana de un D's, a su imagen y
semejanza, según sus escrituras, sin sustento aparente.

Apelar a la navaja del ateo para explicar la no existencia de D's es una manera
tan simple de despachar cualquier creencia en lo sobrenatural. En el libro de
Camus “La Peste”, la historia, no solo simboliza las batallas existenciales propias
del hombre, sino también al mal que se expande cada día más en los corazones
y que no nos permite dejar de lado nuestro egoísmo, el beneficio propio y la
hipocresía que tanto daño hacen a la sociedad. Solo nos hace falta recordar el
sermón del cura Paneloux, quien dice que la epidemia atacará a aquellos que no
son dignos del reino de D's. Algo que, el ateo, rechaza completamente al
encontrar a la religión como responsable de perpetrar este tipo de barbaridades,
porque ¿qué significa ser o no dignos del reino de D's?
Por otro lado, si nos basamos en la explicación del creyente para recordar que
no fue la religión la responsable, sino lo que en su nombre se hizo; debemos
resaltar el reconocer la individualidad esencial de cada persona, ya que no es
justificable que se viva en la abstinencia. La vida es lo real: está compuesta de

pequeñas batallas y de éxitos pasajeros, no es eterna. Es por eso que la gente
tiene que aprender a mirarse a sí misma y a respetar aquello que en cada hombre
es exclusivo e intransferible como experiencia y como respuesta. Porque, solo
contextualicémonos, a pesar de estar toda la ciudad de Orán envuelta por un
manto de dolor al vivir cara a cara con la muerte, queda la posibilidad de una
profunda solidaridad; esto es la prueba suprema para el hombre, que si en
oportunidades semejantes a las del doctor Rieux y Tarrou, se comporta como
ellos, es posible afirmar que la superará. Además, el ser solidario no es una tarea
tan simple como parece, ya que es un compromiso incondicional con uno mismo
y con los demás, puesto que las nuevas razones de la existencia serían
cualquiera que vaya ligado a valorar la vida humana por sí misma y no por causas
superiores o divinas a las personas. En palabras de Rieux, “en los hombres hay
más cosas dignas de admiración que de desprecio.”

No existe alguien que haya salido victorioso cuando ha actuado de manera
suntuosa. Por tal motivo, es una buena ocasión para que reflexionemos sobre lo
que verdaderamente representa una "buena vida", ya que no debería ser
concebida en el individualismo total o en el materialismo, porque esas cosas no
satisfacen completamente al hombre; pues también se necesita de la
colaboración de personas a las que se pueda brindar amistad, cariño, y respeto,
esperando reciprocidad.
La novela muestra este sentido de la existencia, libre y atea, manifestando en el
apoyo mutuo y en la libertad individual, enemistadas, completamente, de la
indiferencia y la autoridad.

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